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sábado, 31 de octubre de 2009

Calor sobre el asfalto: Fases

Hoy les traigo un experimento curioso, las fases por las que pasa una página, tomando como base una característica temática del maestro Ibáñez, tan atiborrada de personajes como era habitual en esa época.

En su día conseguí escanear la prueba de imprenta de esta página, cedida amablemente por Julia Galán desde su archivo personal. Estas pruebas de imprenta se realizaban en un papel similar al que se usaba en la confección de las revistas, en un pliego algo más grande que un A4. Un proceso que supongo se seguía para cada una de las mismas. La citada prueba data de los años sesenta:



El segundo paso es una copia de esa página en un acetato, en el que el grabador marca unas zonas de grises que seran luego impresos con el bitono correspondiente.



Las páginas, además, pueden ser coloreadas, para lo cual es indispensable añadir a la reproducción en acetato tres hojas más, una por cada uno de los 3 colores básicos, unidas con una pinza.

No obstante, en la revista se puede optar por publicarlo en bitono, como en esta reedición en un Extra estival de 1974:



Y también es posible la reproducción en tricromía dentro de las páginas habilitadas para ello. Aqui tenemos un refrito de los años 80:


Como curiosidad se puede observarla manera en que se ha retocado la calva de Ibáñez para adecuarse a su aspecto de esos años.

Si les ha gustado el tema, otro día podemos traer las fases de otra historieta de Ibáñez.

viernes, 9 de octubre de 2009

Carpanta, ¡tragón!

El Tragabolas era un juego infantil muy popular en los años setenta y ochenta del pasado siglo. Uno de los modelos más recordados era aquel en el que 4 hipopótamos de colores tragaban bolas sin parar. El juego se sigue comercializando en la actualidad.

En aquellos años no resultaba extraño encontrar juguetes con la efigie de algunos personajes de Bruguera, merced a las licencias que una empresa publicitaria asociada concedía en nombre de la editorial, y que se veían oportunamente reflejados en las revistas juveniles de la época.

Pero este escubrimiento ha logrado sorprenderme, desde luego. No aparece documentado en ninguna parte, y no me negarán que, si alguien merecía el honor de convertirse en todo un tragón, merced a su personalidad, ese era Carpanta, aunque toda su dieta consistiese en estas pelotas de plástico.